Ayer, 11 de abril se conmemoró el Día Mundial del Parkinson.
El Parkinson, es una enfermedad neurodegenerativa, crónica y progresiva que afecta al sistema nervioso y, es junto con el Alzheimer la segunda patología que más afecta a la población de la tercera edad.
Se caracteriza por una carencia de dopamina, sustancia que interviene en el movimiento, lo que provoca alteraciones tales como temblores, falta de control postural, problemas de equilibrio, rigidez, bloqueos en el inicio de la marcha, falta de control de movimientos involuntarios, problemas de deglución etc.
La sintomatología del Parkinson se desarrolla de forma gradual y conlleva un deterioro progresivo de las personas que la padecen aumentando la dependencia de estos para la ejecución de tareas cotidianas.
Además de los trastornos del movimiento también se ven afectados los principales procesos cognitivos como la atención, las capacidades viso espaciales, el lenguaje y las capacidades ejecutivas.
El Parkinson no tiene cura y su tratamiento debe combinar la terapia farmacológica con programas de rehabilitación física, cognitiva y psicológica que ayuden a los pacientes que la sufren a retrasar y mitigar sus síntomas y, les doten de herramientas para mantener la mayor funcionalidad en su vida diaria.
Los centros de día ofrecen a este tipo de pacientes programas adaptados y personalizados para frenar el avance de la enfermedad, además de favorecer la socialización y evitar estados de retraimiento social que también suelen ir asociados a la enfermedad.